Hace tiempo en la tierra donde vivían los orishas, Obbatalá era el gobernador. Sin embargo, hubo una rebelión porque los demás santos determinaban el ángel de la guarda con caracoles. Cada uno con el suyo y así transcurría la vida, pero Obbatalá miraba a los aleyos (el que aun no ha hecho santo) con su caracol porque era el obá (rey) de aquellas tierras.
Un día, Changó comenzó a notar que Obbatalá tenía más hijos que los otros orishas. Por eso convocó a una reunión y les contó lo que pensaba sobre el asunto. También les pidió su parecer y estos le dieron la razón. Al final se pusieron de acuerdo para ir a casa de Obbatalá y reclamarle, porque en su casa nunca salía un hijo de otro santo que no fuera él.
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